De hoy para mañana no se nota. Los grifos manan, los árboles brotan pero el caminante avezado ve como el caño de la fuente mengua, que no rezuma humedad la umbría, que el bosque no huele a musgo. A la semana siguiente las botas se hunden en caminos polvorientos y las balsas se cuartean. Los verdes incorporan naranja y se tornan cálidos, los brotes primaverales dejan de crecer y los ocres surgen allá donde la tierra es una delgada piel sobre la roca.
Y después ya no hay agua en los torrentes oscuros de los hayedos, ni en los riachuelos plácidos donde crece el candalillo, ni en los saltos de agua donde solo un hilo se desploma y se desfibra en el aire en mil gotas que no llegarán al lecho cincuenta metros más abajo.El trigo amarillea a un palmo de la tierra franca, la cebada blanquea exigua en los campos ralos. El suelo se contrae y afloran piedras y lagartos tempranos al sol de mediodía. El ganado se concentra en las charcas y en los comederos porque el pasto no creció.
También a nosotros se nos agria el carácter, aparece un cansancio crónico que nos arrastra por sillones y camas, nos volvemos irritables i agresivos como aquellos miserables que interpretaban la guerra preventiva. El viento seco de poniente azuza un sexto sentido que nos avisa de un futuro de esmeril en el gaznate y cristales de arena en los ojos.La estúpida e imprudente estirpe que dilapidó el planeta azul no hallará consuelo en la segunda parte del siglo XXI y quien sabe si habrá escrito ya el prólogo de su segura extinción.
by Jaume Suriñach Aguilar
Y después ya no hay agua en los torrentes oscuros de los hayedos, ni en los riachuelos plácidos donde crece el candalillo, ni en los saltos de agua donde solo un hilo se desploma y se desfibra en el aire en mil gotas que no llegarán al lecho cincuenta metros más abajo.El trigo amarillea a un palmo de la tierra franca, la cebada blanquea exigua en los campos ralos. El suelo se contrae y afloran piedras y lagartos tempranos al sol de mediodía. El ganado se concentra en las charcas y en los comederos porque el pasto no creció.
También a nosotros se nos agria el carácter, aparece un cansancio crónico que nos arrastra por sillones y camas, nos volvemos irritables i agresivos como aquellos miserables que interpretaban la guerra preventiva. El viento seco de poniente azuza un sexto sentido que nos avisa de un futuro de esmeril en el gaznate y cristales de arena en los ojos.La estúpida e imprudente estirpe que dilapidó el planeta azul no hallará consuelo en la segunda parte del siglo XXI y quien sabe si habrá escrito ya el prólogo de su segura extinción.
by Jaume Suriñach Aguilar
1 comentario:
Quien mejor que el caminante, que es el que conoce el camino, para darse cuenta de lo que en el ocurre; al leer el texto de Jaume me viene a la mente las fuentes de mi pueblo, cuando sus veinte caños una de ellas y sus seis la otra no paraban de ofrecernos su agua a todo el pueblo, actualmente raro es el dia en el que simplemente un par de ellos me permiten refrescarme, caen timidas gotas que parecen las lagrimas de un manantial que esta muriendo; tristemente no lo parece lo esta haciendo y no hacemos nada por evitarlo.
Gracias Jaume por este texto.
elDuende.
desdelbosque.
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