
De tanto hacer travesuras con sus flechas, su arco y su carcaj, un día cansado, se durmió. Entonces, alguien muy enojado y vengativo, tomó sus instrumentos y apuntando cobardemente a su espalda… le dio el tiro entre sus dos alas.
Allí quedó: inmóvil, dolido, humillado. Herido con sus propias armas.
Dicen que la Envidia, el Orgullo, el Miedo se alegraron e hicieron un gran festejo
Desde entonces, el Desamor anda suelto y sin control, haciendo de las suyas por el mundo… y todos los poetas lloramos.
Maritza. Viña del Mar, enero 2008