lunes, abril 13, 2009

AUTONOMIA

DESDE LA DEPENDENCIA A LA AUTONOMÍA, un largo viaje...
(extracto de una charla)
Ps.Maritza Barreto

Los seres humanos somos quienes, de la Naturaleza, nacemos con mayor grado de dependencia y por un tiempo más prolongado. La condición de dependientes se puede desplazar desde el primer objeto que nos hace sujeto y que es nuestra madre, hacia otros objetos en la edad adulta que pueden ser otros vínculos como ser la relación de pareja o de amistad. Pero también la dependencia se puede desplazar hacia otros objetos o sustancias, como pueden ser las distintas adicciones, incluyendo las drogadicciones y el alcoholismo.
Nos podemos preguntar dónde se encuentra las raíces de estos males, pues siempre en la infancia, en lo más temprano de nuestra vida.
La condición de independiente, el logro de la autonomía, son la meta de un largo proceso que no se transita sin dolor, sin angustias. Para lograr la autonomía es condición previa el aprender a estar solo y disfrutar la soledad. La aceptación de la soledad implica la capacidad de tolerar la angustia que provoca la separación de los otros objetos. Y estos son procesos que nos puede llevar toda la vida, acaso lo logremos.
Pero para poder tolerar la angustia de separación se necesita una base segura y ésta se nos es dada en la primera etapa de la vida a través del vínculo con la madre.
La madre entonces, es la principal “actriz” de este escenario donde el protagonista es el recién nacido, hombre del mañana. Para que la madre pueda brindarse a su retoño es necesario que se encuentre en óptimas condiciones emocionales.
Al nacer el niño, la madre pierde de sí, aquello que ha abrigado por tantos meses en su vientre. Y ya sabemos que las pérdidas son generadoras de duelos.
Duelo: El duelo es un trabajo. Según el diccionario de psicoanálisis, el trabajo de duelo es un “proceso intrapsíquico, consecutivo a la pérdida de un objeto de fijación, y por medio del cual el sujeto logra desprenderse progresivamente de dicho objeto”.
La depresión pos parto consiste en el retiro de la libido de todos los objetos para colocarlos en ese objeto perdido que en este caso es el bebe que ya no se tiene en el vientre.
Es preciso elaborar el duelo en corto tiempo, recuperándose – volver a colocar la libido en los otros objetos, principalmente en el recién nacido para lograr estar bien dispuesta y brindarse al bebe retroalimentando ese vínculo indispensable para la salud mental del niño.
Una madre en duelo no puede devolver la mirada ni a su bebe ni a nadie porque la libido está vuelta hacia adentro, retrotraída; por lo tanto no se puede entregar a ese hijo que a su vez espera ser des-arrollado.
Como primera medida entonces, es ayudar a la madre a recuperarse lo más pronto posible de ese natural duelo y depresión pos parto. Y en segundo lugar promover en ella la conducta de crianza que a su vez despertará en el bebe la conducta de apego, ambas indispensables para el logro de un vínculo madre-bebe fuerte y sano.
El niño trae todas sus potencialidades en zipp, arrolladitas y el entorno, principalmente la madre hará que ésas se desplieguen. Será ella quién con su mirada, con su sonrisa, con su arrullo, con sus caricias ayudará al niño a ir desenvolviendo, desplegando, des-arrollando sus potencialidades. De otra manera el niño nunca podrá desarrollarse plenamente.
Por ejemplo cuando observamos a una mamita que, mientras le da el pecho a su bebe le toma la mano y se la acaricia. La mamita no aprendió en ningún lugar a hacer ese gesto. Le llevó siglos a la humanidad para llegar a conocer, a través de los estudiosos de neurología , supongo, que esa caricia que el niño está recibiendo es un estímulo para el reflejo de succión, sin el cual el niño no se puede alimentar porque no podría deglutir, tragar.
Existe una relación importante entre la mano y la lengua; entre la capacidad de utilizar herramientas y el pensamiento y el habla. Pensemos que uno de los signos de evolución en el ser humano, un signo que nos humaniza, que nos ha hecho humanos y a diferencia de los animales, es la oposición del pulgar, lo cual nos permite agarrar o tomar las herramientas. Pero el ser humano puede crear y luego utilizar herramientas porque tiene pensamiento y si tiene pensamiento puede hablar y comunicarse a través de un lenguaje articulado que le permite armar palabras y luego frases para construir su discurso.

El arrullo: Así también la mamita le cantará al niño, lo arrullará, estimulándole el oído, el habla y la comunicación. Con el arrullo la madre tranquiliza al bebe mientras le habla y le da sentido a los sonidos aún guturales del niño.

La mirada que la madre le devuelve a su hijo es de vital importancia. Una madre deprimida no puede devolver la mirada a su hijo. Lo que encuentra el bebe es una mirada vacía y con ese vacío irá construyendo su aparato psíquico: ese niño es candidato al autismo u otras patologías de orden narcisista. Cuando la madre en cambio puede devolver una mirada llena de cariño le da el mensaje a su hijo que es un ser digno de ser amado.

La sonrisa de la madre será devuelta por el niño que irá reconociendo en su madre una persona significativa. Porque lo natural es que el niño no tenga la misma conducta con los extraños que con su madre.

Es por eso que pensamos que nadie viene a enseñar o a dar cátedra a una mamita, a un papito, de cómo se debe ser padre o madre. Es un conocimiento intuitivo del que dota la naturaleza y que se empieza a manifestar en la madre ya en los primeros meses del embarazo.
Como Psicóloga solamente ayudo a que esas condiciones se manifiesten en los padres y de alguna manera se les orienta y estimula al óptimo desempeño de su rol, para que sus hijos, nuestros hombres del mañana, compongan una sociedad sana, libre de las patologías que hoy nos aquejan como generación.

Pero este vínculo dual que componen madre-bebe tiene que evolucionar hacia la aceptación de un tercer actor que vendrá a separarlos. El padre será quién, recuperando a la madre como su mujer, impondrá la ley: el bebe debe ser el tercero excluido y aprenderá a aceptarlo. La madre, en pro de la salud mental del niño, deberá permitir la entrada del padre al vínculo. Para tolerar esta separación sin grandes angustias, el niño y la madre deberán aceptar que no forman uno, sino cada uno está separado del otro. Elaborar la angustia de separación que los llevará a asumirse como seres únicos y solos. Aprender a disfrutar de la soledad ganando independencia día a día y lograr, de esta manera, la meta que es la autonomía.
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