martes, junio 23, 2009

MARIO BARRETO ARANCIBIA

A MARIO; MI PADRE

Recuerdo su mano segura guiando mi infancia,
su olor a tabaco nuevo y a frescas lavandas,
su tierna caricia en mi pelo,
su áspera barba
y su mirada grande reprochando mis faltas

su frente triste
quizás enojada
por algún desacierto
de mi juventud lejana

Muchos años pasaron,
me alejé de su lado,
pero siempre,
su alma de alondra
la llevé en mi costado

Un invierno muy frío, me pidió que volviera.
Regresé para estar hasta el último tramo.

Esa noche tomé, su mano en mis manos
y así, como él mi infancia guiara,
fui guiando su paso
hacia Otra Morada.
"Padre mío –le dije-:
Soy yo, aquí estoy a tu lado.
Ve tranquilo.
Sabrás que estarán tus amores cuidados.
Procediste correcto, no temas. Descansa.
Padre mío, no temas. Te guío.
Has de saber que todos
estamos de ti agradecidos"

Eso dije y él
desprendió de su cuerpo, su alma
como un viejo gabán que se olvida.
Y se fue con un beso en la frente
En su frente, por mí... tantas veces besada
Me quedaron de él muchas cosas:
Enseñanzas, valores, anécdotas pasadas.
Mas, de todo el tesoro que de él heredara,
fue el más sabio secreto, que su fin me dejara:
“No es más que una pausa, y natural es la muerte”
Y él se fue para siempre
con mi beso en su frente

Maritza BarretoViña del Mar