Pasaban las semanas y yo seguía ahí, con un tipo que me hablaba todos los días... La historia se trata de un lugar bien bizarro, con calles de adoquines y casas de colores. Más allá de esto que parece ser común dentro de las historias, se trata de un lugar literalmente mágico, incluso mágicamente verosímil. Se me viene pronto la imagen mía, parado frente a un inmenso poste de palo, clavado en medio de un sitio demasiado especial, lleno de árboles de gigantes raíces torcidas que llegaban a decir palabras, con estalactitas tornasol por entre las ramas llenas de vida... Me llaman especialmente la atención dentro de la descripción, estos árboles. Será difícil de creer, pero cada una de sus hojas tenía un color distinto al de la próxima; eran pocos colores, a la vez muchos. Era, en el fondo, una gama de colores, cada uno en diferentes tonos semi-difuminados en escala, así como un degrades de pigmentos que, finalmente formaban, de manera perfecta, un arco iris diáfano, demasiado visible para los ojos. La verdad es que pasaría horas describiendo un lugar como éste, pero resulta que desde que llegué, ha comenzado a suceder una serie de eventos mágicos, imposible de creer aunque no se sea un escéptico, es por esto que me permito guiar un tanto la historia para que venga desde aquí, desde lo más profundo del alma, desde lo más próximo.estaba yo perplejo frente a toda esta situación inesperada cuando, de pronto, percibí que no recordaba nada de cómo había llegado y por qué a este lugar. Traté por algunos segundos de recordar aunque fuese algo: sólo pude recordar que en donde sea que hubiese estado anteriormente, dormité durante segundos, luego me transporté. Después no me preocupé más de recordar y sentí la necesidad de seguir maravillándome con todo este entorno que me rodeaba. Fue entonces cuando las raíces torcidas me empezaron a invitar, me hablaban... caminé entre las matas y entre las raíces; descubrí unas pequeñas guaridas, unos agujeros subterráneos. Me senté largo rato en cuclillas, frente a la entrada de una de éstas a esperar. Ahora me pregunto qué esperaba y ya me puedo responder: sabía perfectamente que ahí habitaba algo o alguien que me cambiaría poco a poco de alguna forma. Justamente así fue; pronto apareció un ser extraño a mis ojos, nunca antes visto. Se trataba de un personaje minúsculo, de personalidad retraída, expectante, con ojos de profundidad absolutamente desorbitada. Me observó durante varios minutos, ambos guardábamos silencio entorpecidos, luego se sumergió en la cueva. Seguí en la misma posición y en el mismo lugar durante horas, esperando que re-apareciera. Entre tanto me dediqué a pintar con un trozo de madera vieja de algún árbol que se había caído, flores y plantas lo que acababa de presenciar. Mi personalidad escéptica precisamente me obligaba a persistir y corroborar que no me estaba volviendo loco. Nunca imaginé que los Duendes realmente existieran, pero... todavía podía ser un efecto de mi gran imaginación que siempre ha tendido a traicionar a la realidad. Cuando el personaje volvió a salir, mis manos nerviosas soltaron todo lo que estaba haciendo para volver los ojos, me di cuenta de que tenía un horrible vacío en el estómago que ni me importó, lo miré fijamente y sucedió esta magia bruscamente; esta magia de la que hablo, comenzó a surgir cuando pude comunicarme con este ser -para siempre- sin tener un lenguaje similar. Descubrí, en primera instancia, que ciertamente se trataba de un duende que, como muchos otros duendes, dormía en esa guarida; descubrí además que se dedicaba, como muchos otros duendes, a experimentar con elementos de la naturaleza que necesariamente proporcionaran curas para enfermedades o malestares tanto espirituales como mentales o físicos. Se entiende, por supuesto, que estos personajes tenían especial cuidado, inteligencia o desarrollo en cuanto al tema; sin tener conocimientos previos, detectaban inmediatamente las plantas herbáceas nocivas y sanadoras, además de pronosticaciones, tales como el clima o los fenómenos naturales. Empecé a dedicarme a esto, a observar a estos extraños seres. Más tarde me di cuenta de que hablaban con las flores y con el resto de las especies. La comunicación era bastante compleja e increíble: se juntaban los habitantes del lugar en un sitio específico que estaba a la orilla de un río, cerca de la vertiente, a una hora específica: al aparecer la luna cada noche. Me llamaba la atención especialmente que en el lugar no había presencia de humanos; era el único de mi raza y me era imposible comunicarme con ellos. Percaté inevitablemente que éstos poseían una comunicación mucho más avanzada, pienso que en relación con la serie armónica de sonidos provocados por las distintas ondas electromagnéticas que emanan los fenómenos naturales. El rito era sagrado: cada especie, o sino cada representante de cada especie, se paraba en el centro del sitio despejado, donde tuviera el suficiente espacio como para poder moverse con tranquilidad y, cuando quería comunicar lo que había aprendido en el día, se ponía a correr tiempo indeterminado, hasta formar cierta figura de origen geométrico en la tierra; así los demás asimilaban el signo a la idea. Me partí la cabeza pensando en este sistema de comunicación; la verdad literalmente se me había partido la cabeza luego de haber visto inexplicables cosas en tan poco tiempo: hadas, flores dinámicas, ríos de colores, arco iris perfectamente formados en todos los rincones, árboles con caras expresivas de múltiples emociones y, en fin... cualquier cosa que pudiese aparecer sólo en un cuento.Mi presencia les era indiferente. Debo admitir que yo tampoco hice nada por acercarme: sólo me dedicaba a observarlos mientras ellos, hacían su vida como si no pudiesen verme. Comencé, de un momento a otro, a darme cuenta de que podrían haber pasado días o semanas sin saber, y yo seguía ahí de pie, junto al árbol, cerca del poste, con el estómago vacío y sin haber dormido nada. Me parecía cada vez más extraño mi estado resistente, pero, de un momento a otro ya no seguía cuestionándomelo y me ponía a observar.Obviamente los personajes eran capaces de asociarle a cada una de las figuras geométricas que formaban, un especial significado. Ciertamente un círculo no significaba lo mismo que un triángulo o que un romboide. Me fijé detenidamente en que todas las especies, cuando estaban atentas al mensaje que se estaba transmitiendo, tenían una mirada particular, que no miraba hacia algún punto específico, sino todo lo contrario: era una mirada perdida y ciega. Deduciblemente ocupaban el sentido del oído para percatarse y yo me preguntaba cómo, si lo que se formaban eran figuras visuales...Una noche escribí sobre esto con una pluma inventada con una pluma de verdad y con el jugo de una fruta desconocida como tinta. En este momento ocurrió que me di cuenta de algo: definitivamente había perdido toda concepción espacial y temporal, el tiempo me había dejado atrás, ya no me acordaba de quién era y seguía sin importarme. Traté entonces de hacer un esfuerzo por recordar el sistema en el que me encontraba inserto hace mucho, sentí un malestar tedioso como una nausea; decidí seguir viviendo de manera esencial, como lo había hecho todo este último tiempo, observando, reconociendo y pintando con colores todo lo que aprendía.El tiempo siguió pasando sin concepción alguna (me daba cuenta gracias a la luna); me sentía en un estado levitante, en un lugar movedizo, alejado de las posibles dimensiones, donde nada era tangible, obsesionado con mi idea de encontrar el mensaje. Había aprendido ya muchas cosas de supervivencia y, obviamente, cosas sobre ellos, como que diariamente meditaban entre 8 y 10 veces aproximadamente 30 minutos. Yo le llamo meditar, pero el asunto es que se sentaban, donde estuviesen y todos al unísono, a respirar, con los ojos bien cerrados pero sin dormir, tomados de las manos.Llevaba así, obsesionado, por mucho; estoy seguro que llegué al punto de perderme en mis pensamientos, llegué a desquiciarme con las ideas, pero...¿por qué habría ahora de preocuparme?Una noche cualquiera asistí, como de costumbre, a la reunión de las especies cuando algo muy extraño sucedió. El duende que conocí la primera vez, se paró en medio a transmitir el mensaje cotidiano y yo, asumiendo que nuevamente no iba a entender absolutamente nada, empecé a comprender todo "lo que decía" (de verdad pareció como si hubiera hablado). Entendí sin que me dijeran que, precisamente las ondas electromagnéticas provocadas por fenómenos naturales, provocan a su vez una figura geométrica relacionada específica y que, justamente, son estas distintas figuras las que emanan las nuevas ondas capaces de, mediante distintas frecuencias escalares, transmitir el mensaje al resto de la naturaleza. Es extraño, quizás hasta decepcionante el fin de la historia en el lugar mágico, pero el mensaje que los seres extraordinarios querían transmitirme era muy simple: para todo los elementos naturales que existen en el mundo existe una misma conexión que puede hasta transmitirse entre todas las especies, sin importar la raza ni la clasificación dentro de los escalones de seres vivos; esta conexión es llamada Naturaleza, la muestra del arte más perfecto, la muestra concreta del concepto de estética dentro de un cuadro; el problema es que, con la preocupación excesiva por el espacio y por el tiempo, por el sistema que nos conduce a querer convertirnos en seres de cordura excepcional, lo menos erróneos para el mundo, no logramos percibirlo: basta con que lo tengamos en frente de nuestros ojos para cegarnos; luego, nos cuesta aún más darnos cuenta... hasta que somos capaces de dejar el tiempo, de dejar la cordura. Y es ahora cuando viene la parte interesante de esta historia nueva que comienza luego de haber recibido el mensaje, luego de tanto haber esperado con perseverancia.No me pasaba desde que llegué y los primeros días, pero otra vez volví a caer inconsciente dentro de mi estado levitante, soñando hasta abrir los ojos y encontrarme en este lugar de blancas paredes, despertando luego del sueño más largo e intenso que he tenido. -Te veo preocupado hermano, con ojos sollozantes... Y ahora era todo tan evidente que empecé pidiendo perdón por no haber vuelto en algún momento a explicar lo maravillado que me encontraba luego de haber caído en una vil depresión que me dejó postrado, debe haber sido hace un año. Traté de recordar alguna última imagen y se me hizo fácil: estaba yo pintando y a la vez observando, como siempre, uno de mis cuadros. Éste poseía exactamente el paisaje imaginado durante todo este sueño, con naturaleza rebosante y duendes mágicos revoloteando por entre las ramas torcidas y los hongos silvestres. Cuando llegó el día de terminarlo fue tanto lo que me gustó que tuve una sensación inexplicable: de pronto tomé vuelo, corrí y me metí dentro de ese cuadro. Desde ahí que comencé a vivir toda una vida dentro de él, aprendiendo sobre la magia inevitable que todos respiramos dentro de esta situación cósmica.Desde ahí que dejé el tiempo, deje la cordura. Hoy puedo darme cuenta que fue ese el hecho el que gatilló mi actual locura y que fue ese el sueño en el que viví durante todo el tiempo que me encontré inconsciente. Entiendo que las nauseas eran avisos y que las figuras geométricas eran muestras del sistema matemático armónico de la Naturaleza... Debo reconocer que me siento patético hermano, no puedo entender cómo te hice sufrir de esa manera, cómo pude ser tan egoísta como para no devolverme a avisar que mi sueño era un buen sueño y que lo prefería antes de volver a la realidad tristemente engorrosa. Descubrí que todo lo que yo creía no poder recordar, era lo que siempre quise borrar, y mi Duende, mi amigo de los sueños que siempre me quiso sacar. -Debes entenderme hermano, no me tires de mi ropa... quiero comenzar mi nueva vida despojándome de todo, y no me mires con esa cara de angustia, te hace mal...
Pasan las semanas y yo sigo encerrado aquí, rodeado de paredes blancas, con un tipo que me habla todos los días... no entiende que a un loco nunca lo va a poder comprender, a menos que visite lugares desconocidos, crea en los duendes… en general, que la magia de la vida irrumpa en su sueño y quede tiempo fuera.
Javiera Paz
Viña del Mar / Chile